Tuesday, October 31, 2006

Truco

Las puertas del ascensor se abrieron en el piso 54, la fiesta de Halloween de Naomi Holbein se desplegó ante los ojos de Adena en todo su esplendor. Gárgolas holográficas vigilaban amenazantes en las esquinas y espectros aullantes recorrían el piso presagiando muerte y desesperación mientras los Elusive Graviton derramaban su oscuro sonido eléctrico sobre decenas de bellos ídolos del nihilismo vienés.

Apenas había dado dos pasos fuera del ascensor cuando Naomi se acercó a ella, llevaba un pequeño estuche en la mano.

- Pensaba que te ibas a perder la fiesta.

Adena buscó dentro del estuche un pequeño parche triangular; Naomi sonrió, cogió su mano y juntas se unieron al baile.


El parche rojo oscilaba salvajemente mientras Adena bailaba poseída por el pulso de la música, sentía cómo un intenso foco de calor en su interior evaporaba las gotas de sudor de su piel, el pelo se pegaba a su espalda formando pequeñas serpientes negras que reptaban hacia su cintura; respiró profundamente y comenzó a caminar hacia uno de los cuartos de baño cuando una mano la retuvo.

- Señorita Salazar.

Adena se volvió y vio el familiar rostro sonriente de Paul Lebrun.

- ¡Paul! - Gritó mientras lo abrazaba con fuerza, impulsada de nuevo por el triángulo rojo.

Paul le devolvió el abrazo mientras reía.

-Yo también te he echado de menos, delincuente juvenil - dijo Paul mientras Adena se apretaba contra su cintura - Quiero presentarte a un amigo; Diego, esta es Adena.

Adena y Diego se estrecharon la mano, una sensación extraña atravesó el pecho de Adena mientras se perdía en sus ojos negros.

- Esperad aquí mientras pido unas copas.

Paul caminó hacia la barra lentamente, observando a la gente de la fiesta como si se encontrase en un museo humano, buscando algo con lo que divertirse esa noche.


Adena no podía dejar de mirar a Diego, la sensación del pecho se había desplazado a su cabeza y su campo de visión se hacía cada vez más estrecho.

- Estoy segura de que ya te conozco - Adena entrecerró sus ojos y se acercó a Diego.

-No personalmente - respondió él; por el rabillo del ojo podía ver a Paul charlando con Esko Van Hannen - parece que nuestro amigo ha encontrado algo más rubio con lo que entretenerse, ¿qué te parece si cogemos nosotros las copas y nos sentamos?

Adena asintió con la cabeza, Diego pidió una botella de vodka y dos vasos y se dirigieron a una habitación decorada según los sobrios dictámenes del estilo asiático de posguerra donde una vieja película bidimensional era proyectada en la pared; se sentaron y hablaron de trivialidades mientras a su espalda un decrépito cazador de brujas holandés se embarcaba en una cruzada victoriana contra las criaturas de la noche.

Tras apurar la tercera copa Diego se puso en pie y extendió la mano hacia Adena.

- Ven conmigo, tengo algo para ti.

Intrigada y excitada Adena dejó que Diego la llevase a uno de los dormitorios. Cerraron la puerta y se sentaron en la cama; cuando Adena se acercó a sus labios Diego la detuvo y sacó una consola de neuroconexión de su bolsillo. Los ojos de Adena chispearon ante la perspectiva de una sesión de cibersexo salvaje y descubrió la clavija de conexión hembra en su nuca; sintió como el cable se acoplaba a su columna y la realidad se convirtió en una mancha borrosa que poco a poco dejó paso a una desolación blanca, durante unos segundos esperó expectante a que la fantasía de Diego comenzase y se abalanzase sobre ella como una bestia hambrienta, pero no ocurrió nada.

- ¿Diego? - gritó en su cabeza.

No recibió repuesta; corrió por la nada gritando, insultando, rogando, amenazando y suplicando al vacío.

De nuevo, silencio.


Diego extrajo la clavija y tendió cuidadosamente el cuerpo de Adena en la cama, lo cubrió con abrigos de látex y piel sintética y observó su cara, una bella máscara de tranquilidad. No pudo evitarlo y se inclinó para besar sus labios, sintió como su corazón daba un vuelco cuando al separarse vio los ojos de Adena abiertos, atravesándole con una mirada de odio puro, su cara estaba deformada por la ira y su pelo parecía serpentear bajo las chaquetas.


Cuando al día siguiente Paul la interrogó acerca de Diego, Adena simplemente se encogió de hombros.

- Supongo que no era su tipo.

4 comments:

Anonymous said...

Jesus, es usted perverso amigo!!

Que gran relato atmosferico!

alex said...

Now, Pink, you an' me'll keep a runnin' account, you a-chargin' for reg'lar bo'd, http://www.google.com an' I a'lowin' to myself credics for my absentees, accordin' to transion customers an' singuil mealers an' sleepers...

Anonymous said...

Joder chaval, seguro que el idioma en el que escribes es inglés?

Quemador said...

Joder, ya te digo