Thursday, April 20, 2006

Nataliya Dashaivanova

Tumbada en su terraza en la cúspide de la Arcología Mishima, Nataliya dejaba fluir sus pensamientos mientras observaba las nubes en el cielo a través de los paneles de cristal polarizado; intentó asignarles formas, pero sus pensamientos parecían dispersarse antes de tomar una forma concreta.
Se levantó y, mientras se dirigía a la piscina cubierta, se preguntó qué haría esa tarde; no sabía qué hacer del mismo modo que le costaba saber qué había hecho ya; el paso del tiempo era confuso para ella.
Mientras nadaba hasta el agotamiento un recuerdo se fijó en su cabeza, podía ver claramente a su padre cargando instrumentos en una furgoneta a través de la ventana de su casa en Kiev mientras se despedía sonriendo.

Más tarde, mientras ojeaba las fotos de una revista en la cocina, Erin y Aleksei entraron en el apartamento con bolsas de los niveles comerciales en las manos; Nataliya creía que eran sus compañeros de piso, aunque tampoco estaba segura de eso.
Esa noche se celebró una gran fiesta en el piso, Nataliya avanzaba tambaleándose entre la gente, el mundo giraba a una velocidad vertiginosa impulsado por el alcohol y la metaanfetamina; tuvo que salir a la terraza para relajarse, el corazón golpeaba su pecho como si quisiese volver al interior del piso. A decenas de metros bajo sus pies pudo observar el tráfico de la ciudad, rápido y caótico, como una simulación a tiempo real de su sistema nervioso.

La mañana siguiente Nataliya se despertó enferma, una sensación de náusea le obligo a ir al baño, aunque fue incapaz de vomitar; las náuseas fueron sustituidas por un fuerte dolor en el pecho y un desagradable sudor frío. Erin tenía que trabajar todo el día, pero Aleksei se quedó en casa para cuidar de ella, era del tipo de gente que no tiene horarios.
Durante toda su enfermedad Aleksei fue muy atento con Nataliya, llegó un momento en el que comenzó a temer recuperarse de su dolencia. Se sentía en comunión con él con una intensidad abrumadora, sabía que podía confiarle su alma.

Nataliya Dashaivanova se retorció violentamente tensando las correas que la mantenían atada a la mesa de operaciones, con un espasmo su cuello se tensó y de su nariz comenzó a brotar sangre mientras un pitido continuo anunciaba su muerte. El doctor Binaisa desconectó los cables del cráneo de Nataliya y marcó un número en su teléfono.

- Hemos perdido el mensaje.