El lamento metálico de los cables de acero se hizo oír por encima del siseo constante del vapor de agua y amoníaco y del crujir del terreno al sucumbir a la presión tectónica. El Tartaglia Facula continuaba desperezándose, sometiendo a los refuerzos que un ejército de operarios se afanaba por instalar a una tensión muy superior a la indicada en sus especificaciones técnicas. El criovolcán parecía querer sacudirse las torres colectoras que erizaban su perímetro, y por ahora lo estaba consiguiendo.
Carles se sentía espeso, pesado y sufría uno de los dolores de cabeza más penetrantes que podía recordar. Ese era, sin duda, el peor lugar posible para tener resaca. Habría matado por una taza de café geano hirviente, un sillón cómodo, una bata suave y una aspirina, pero se tuvo que conformar con unos sorbos de solución de cafeína a través del tubo hidratador de su casco, una suave dosis de analgésico suministrado a través del parche médico de su traje de trabajo y el sillón tosco, resistente, funcional e inhumanamente incómodo del vehículo de mantenimiento.
-Esto no va a funcionar -susurró para sí mismo.
Pero las reparaciones tendrían que bastar, y tenían que acabarse pronto. Había mucho trabajo que hacer en todo el perímetro del criovolcán y otra erupción como la que había dañado los colectores supondría la muerte de todo el equipo si no terminaban a tiempo para situarse a una distancia segura. Dio algunas órdenes a través del dispositivo de comunicación y un torrente de datos llegó a su asistente de trabajo desde los puestos de trabajo distribuidos por todo el área. No mostraban buenas noticias, la lluvia había provocado una desviación en el tiempo necesario para completar las reparaciones que situaba la finalización de las mismas después de la estimación inicial realizada a partir de las fotografías aéreas. Si querían salir vivos de allí no podían instalar todos los refuerzos antes de la siguiente erupción, que probablemente confirmaría que el criovolcan había subido de categoría, destrozando toda la instalación y obligándoles a volver para alzar todo un sistema hidrocolector a partir de cero bajo una incesante lluvia de metano líquido, hielo y roca.
En ese momento Carles se dio cuenta de que odiaba su trabajo, que odiaba Titán y que ya no había nada que le retuviese en esa roca perdida en medio del Sistema Solar.
Monday, May 28, 2012
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