Esta pregunta ha sido la obsesión de cientos de teóricos de la ciberconexión desde que en el año 2029 el profesor Werner Swan descubriese este efecto en uno de sus estudiantes de doctorado en el Departamento de Cibernética e Interfaces Neuronales de la Universidad Técnica de Viena.
Frida Schmid tiene el triste honor de ser el primer ser humano que se internó en el Laberinto de Swan para no volver jamás. Como tantos otros integrantes de la generación nacida a principios del nuevo siglo la señorita Schmid había nacido y crecido rodeada de las máquinas y aparatos electrónicos, desarrollando lo que el profesor Swan llamaba “preconsciencia cibernética”.
Los experimentos de Swan buscaban localizar y explotar ese nuevo sentido, sus estudiantes realizaban ciberconexiones paralelas de extrema complejidad a diario, llegando a alcanzar resultados que sumieron a su equipo en un estado de euforia que se disipó trágicamente el 23 de agosto de 2029. Al contrario de lo que se podría esperar el incidente de la señorita Schmid no ocurrió durante una de estas sesiones de ciberconexión extrema, si no en la soledad de su habitación mientras realizaba la compra de un billete de avión.
Antes del accidente que le costó la vida el propio Swan se embarcó en una cruzada en favor de la prevención de este desafortunado efecto proponiendo limitaciones a la velocidad de ciberconexión y a la profundidad a la que operaban los interfaces neuronales sin demasiado éxito, la carencia de datos empíricos consistentes propia del estudio de un fenómeno tan esquivo como letal convirtió al profesor en un Quijote del nuevo milenio.
Como predijo su descubridor el Laberinto de Swan se ha convertido en un efecto cada vez más común, superando en porcentaje de incidencias a enfermedades para las que sí se destinan grandes presupuestos en las corporaciones biomédicas. El perfil del afectado medio se ha visto ampliando desde su origen ya que, treinta años después del primer caso, todos hemos crecido en las mismas condiciones que la señorita Schmid y sus desafortunados compañeros, todos hemos desarrollado ese séptimo sentido que Swan pretendía formalizar, documentar y explotar.
Ante este panorama ya no es difícil comprender lo que motiva a los pequeños grupos de peregrinos que vemos huir todos los días de las ciudades, los peligros y el clima extremo de los terrenos despoblados parecen molestias leves al compararlos con el estado de paranoia en el que se ha sumido nuestra sociedad.
Necesitamos la ciberconexión para vivir pero sabemos que cada enlace puede ser el último y que nadie hará nada para resolver el problema porque admitir el peligro que representa el Laberinto de Swan significaría la pérdida de millones de Euros en contratos de servicios para las grandes corporaciones de cibertecnología, millones de Euros perdidos por los hospitales debido a la cancelación de costosas operaciones de cirugía cortical.
No soy un teórico de la ciberconexión, no deseo saber qué hay más allá del laberinto ni luchar contra las leyes del mercado para acabar como Swan, muerto y desprestigiado. Hoy he comprado dos perros, provisiones y un planeador solar, espero que algún día vengan a visitarme a la Zona de Exclusión.
Franz Bakoyannis
Tirana
Tuesday, December 23, 2008
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1 comment:
Pertenezco al Grupo de Estudio Copenhagen. Tratando de aislar la componente del denominado "septimo sentido" usamos grupos de monos en experimentos sencillos con viejas consolas de videojuegos de comienzos del siglo XXI. Nos hemos limitado a juegos sencillos que los monos puedan asimilar como el solitario, mahjong y tetris. El efecto causado en 4 de cada 10 machos investigados desenvoco en una mayor interacción social (casi euforica) al principio que terminó por desaparecer para enterrar a los sujetos de estudio en una especie de autismo, posteriormente coma y finalmente la muerte. TRas varios analisis establecimos una relacion entre los denominados monos-nintendo (o monkeyz como los llaman los estudiantes mas jovenes) y los efectos causados por el denominado Laberinto de Swan. Tratando de aislar la componente que indujo al 40% de los machos ese proceso de declive mental los resultados obtenidos son inconcluyentes.
DR Franz Lukas
Universidad de Copenhagen
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